Nuestra sociedad ha
evolucionado hacia un ciclo de vida marcado por tres etapas muy
diferenciadas: aprendizaje, trabajo y jubilación.
Dedicamos una gran parte de nuestro tiempo a la
parte profesional y, evidentemente, la forma en que nos relacionamos en este
entorno nos influye. Aunque el eje central de una persona
suele girar en torno a familia, amigos y conocidos, no hay que olvidar la
importancia del trabajo, ese lugar en el que pasamos alrededor de 10 horas
diarias, ya que forma parte de la cadena de bienestar personal.
Las empresas preocupadas por la salud de
sus empleados están trabajando en la elaboración de programas de bienestar
laboral con la pretensión de mejorar la calidad de vida de los
trabajadores, fomentar un buen clima de trabajo y mejorar las relaciones
interpersonales. Estos programas incluyen una serie de medidas de
actuación centradas en las condiciones laborales que debe disponer
cada empleado. Por ejemplo, actividades de ocio, flexibilidad horaria,
conciliación laboral, incentivos, atención y cuidado al trabajador. Sin
embargo, el diseño de estos programas debe ser bilateral para
tener la seguridad de que estos sean efectivos. La colaboración de los
trabajadores y el seguimiento del plan por parte del personal de RR.HH debe ser
de obligado cumplimiento, como debería serlo la instauración de esta estrategia
en la planificación general de la compañía.
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